jueves, 28 de julio de 2011

Nada puede reemplazarte.

Pasaba horas y horas dibujando corazones en tu espalda, investigando tu piel. Me enseñaste que los límites están donde tu escojas, que el cielo se puede tocar de muchas maneras, que los besos saben mucho mejor cuando hay sentimientos detrás. Aprendí que no importan el como, el donde o el cuando, sino el contigo. Probe el sabor del amor verdadero e incluso me dejé llevar demasiadas veces. Mis sábanas olían a ti, mi ropa olía a ti, mi habitación olía a ti, mis ojos no podían ver más allá de tu sonrisa. Me enseñaste cosas que ni siquiera sabía que existían, me llevaste al paraíso sin salir de tu habitación. Pero todo pasa y se acaba, se quema y se destruye. Aunque donde hay fuego, cenizas quedan, eso está más que comprobado.

                                                                                         
                                                                Raquel

2 comentarios:

Deja tu comentario, ¡prometo responderte en cuanto pueda!